Que Estados Unidos es la cuna del motor creo que es algo que tenemos ya bastante asumido. La gasolina barata y la pasión por la velocidad hacen que el país de las barras y las estrellas nos ofrezca espectáculos redneck de lo más bizarros, pero ojo, que en el viejo continente tampoco nos andamos con tonterías.
Hoy vamos a hablar de carreras, pero no de unas carreras glamurosas, rápidas y relucientes como las de la Fórmula 1, sino del extremo opuesto. Hoy vamos a hablar del tractor pulling, o traducido al castellano de a pie: carreras de tractores anfetaminados hasta el extremo tirando de remolques sobre tierra.
Tractor pulling: las carreras de poderío agrario
El ser humano es un ser competitivo. Puede que sea uno de nuestros instintos primarios el demostrar un mayor poderío superior al de otros individuos y, con el acceso a herramientas y tecnologías, hemos ampliado esta competitividad.
Sin redes sociales, ni Netflix, ni prensa rosa siquiera, uno de los pasatiempos habituales entre granjeros era enfrentar las capacidades de sus caballos. La tecnología se fue abriendo camino y los caballos de trabajo se sustituyeron por tractores, pero ese espíritu competitivo se mantuvo y el paso fue lógico hacia una suerte de Gran Premio Rural.
Los orígenes del tractor pulling se remontan a principios del siglo XX, cuando en 1929 se empezaron a organizar las primeras competiciones entre granjeros americanos para demostrar quién tenía el tractor más capaz. El principio era el mismo: ver quién podía conseguir arrastrar el máximo peso, algo que atrajo a los espectadores, así que no tardaron de organizarse los primeros eventos en ciudades como Bowling Green (Ohio), Missouri (Missouri) o Vaughansville (Texas).
Pero fue en Ohio, tierra de agricultores, donde a partir de 1950 se empezaron a crear los primeros certámenes específicos bajo el mantra "pull on sunday, plow on monday" (tira en domingo, ara en lunes).
En las protocarreras de tractor pulling los remolques se cargaban con humanos. Sí, subiendo a personas como medida de carga para determinar qué tractor podía cargar con más gente. Un win-win: había espectáculo deportivo y, además, los espectadores también formaban parte del show al necesitar voluntarios para cargar los remolques... hasta que se dieron cuenta de que era peligroso.
Poco después, a finales de los años 60 y en plena fiebre por la potenciación de las máquinas fue cuando se introdujeron los primeros remolques estandarizados para el tractor pulling. Básicamente eran plataformas de carga a las que se añadía un peso estándar de 65.000 libras (unos 29.500 kg).
Ha pasado casi un siglo desde su creación y la premisa de este deporte sigue siendo la misma: coger un vehículo y arrastrar. Ahora hay un reglamento y las normas son más estrictas, pero todo se reduce al principio de mover un remolque cargado a lo largo de una pista de 100 metros de longitud y superficie lisa de tierra.
Dichos remolques ahora ya siguen un estándar más o menos habitual con una longitud de 11 metros y una carga variable en función de la categoría cuyo peso se va desplazando hacia la parte delantera, para dificultar el avance a medida que se incrementa la distancia. El objetivo es que sólo los tractores más potentes y los tractoristas más hábiles puedan llegar al final de la pista.
Con un reglamento que permite prácticamente todo lo imaginable se articula un universo de categorías que son casi infinitas. Desde los tractores modestos de tracción trasera y preparaciones casi de serie (salvo por las medidas de seguridad exigidas) hasta auténticos engendros mecánicos con múltiples motores y hasta algunos que recurren al uso de turbinas. Entre medias las pick-up 4x4 modificadas en Estados Unidos que también se apuntan a la fiesta o las cabezas tractoras. Todos amparados por la NTPA (National Tractor Pullers Association).
Dentro de las múltiples categorías existentes, los tractores se modifican para quemar diésel o alcohol. En las series más ambiciosas sustituyen los bloques de uso agrícola por enormes motores big block V8 sobrealimentados hasta el extremo y colocados en serie sobre estructuras que desafían totalmente cualquier canon estético en favor de cifras de potencia absolutamente irreales.
Las categorías principales establecidas por la NTPA se articulan de la siguiente manera:
- Super Stock: Tractores con una potencia máxima de 6.000 CV y 5.400 Nm de par motor o 5.000 CV y 8.100 Nm de par motor para los motores de metanol o diésel respectivamente. Máximo de cuatro turbos. Se subdividen entre Light y Heavy en función del peso máximo (2.800 o 3.740 kg).
- Pro Stock: Tractores diésel con un único turbo con un máximo de 11.000 cc, 3.700 CV y 7.500 Nm.
- Mini-modified: Tractores creados expresamente para recibir motores V8 de etanol o metanol con aspiración natural, con máximo 9.420 cc y un único turbo para potencias de hasta 2.500 CV. Su peso es de sólo 930 kg y el aspecto realmente ridículo.
La fiebre del tractor pulling no se queda en territorio americano, sino que en otros países como en Suecia, Luxemburgo, Dinamarca, Países Bajos, Australia o Nueva Zelanda se encuentran algunas de las bestias más exageradas del planeta. Cada una con sus normas y dando a su vez espacio a más creaciones extrañas, pero en Europa bajo el amparo de la ETPC (European Tractor Pulling Commitee).
Con estas premisas es fácil imaginarse la espectacularidad de esta disciplina. Los dragsters agrarios revolucionándose en medio de un sonido ensordecedor, nubes de humo y pilotos que hacen lo que pueden por mantener las ruedas delanteras en contacto con el suelo.
Uno, dos, cuatro, seis y hasta una decena de motores se pueden injertar a lo loco con el objetivo de conseguir arrastrar el máximo de peso hasta la meta. 'Slædehunden' fue una de las criaturas más colosales del campeonato de tractor pulling en Dinamarca.
'Slædehunden' (perro de trineo) dominó entre 2011 y 2015 en el país nórdico con una combinación de lo más extraña. Por un lado utilizaba dos enormes motores diésel V12 Transmash de 38.88 litros empleados en tanques rusos más un motor HEMI V8 en la parte central asociado a cuatro enormes turbos Holset HC5A. El resultado: hasta 4.000 CV de potencia y una nube de humo que da terror.
Aparte de la espectacularidad del poderío en sí mismo de la disciplina, el tractor pulling tiene el valor añadido para el público de contar con una alta tasa de fails. Motores que explotan envueltos en llamas, transmisiones incapaces de soportar el par generado por el motor o chasis que simplemente colapsan son parte del espectáculo.
Pero este festival de barroquismo mecánico no termina aquí, sino que los más fanáticos de esta disciplina recurren a excedentes militares para equipar sus tractores. Hay monstruos que recurren a turbinas de gas Klimov TV3-117 de helicópteros o motores marinos Zvezda M503, motores radiales de aviación como el Curtiss-Wright R-3350 o propulsores de tanque como el Continental AV1970, todos convenientemente modificados.
Y como la cosa va de cosas grandes tirando de cosas grandes, no podíamos dejar al margen a los grandes tractocamiones que también se unen a la fiesta del pulling. Los civilizados canadienses a veces también dejan a un lado sus modales para organizar carreras de camiones modificados, cargados hasta los topes y con tanta potencia de arrastre y tanta torsión que hacen levantarse sólo una de sus ruedas delanteras.
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